Cátedra Raúl Porras Barrenechea

Blog-Homenaje a la memoria de Raúl Porras Barrenechea,
Historiador y Profesor de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos

28 mayo 2006

Prólogo a la "Antología de Raúl Porras"

Por Jorge Puccinelli

La conmemoración del centenario del nacimiento de Raúl Porras (1897-1960) ha tenido la virtud de poner en evidencia la proyección de su personalidad y la vigencia de su vasta labor peruanista, no sólo en el ámbito nacional sino en los países de Latinoamérica y del viejo mundo donde aún se recuerdan sus investigaciones, sus estudios y su cálida palabra de auténtico humanista. Su obra fecunda como historiador, como maestro, como diplomático y como crítico, hombre de letras, en suma, lo había ya colocado, en vida, en un nivel cimero de la cultura latinoamericana, al nivel de sus pares, coetáneos y amigos, Alfonso Reyes, Pedro Henríquez Ureña, Mariano Picón Salas, Daniel Cosío Villegas, Gilberto Freyre y Germán Arciniegas.

Porras es una figura egregia de la Generación del Centenario, y, dentro de ella, del núcleo del Conversatorio Universitario, que él fundara en 1919, congregando a lo mejor de la juventud estudiosa de la Universidad de San Marcos que había participado en la Reforma Universitaria. El Conversatorio constituyó un verdadero seminario de estudios históricos y literarios que quiso anticiparse a las conmemoraciones del centenario de la independencia y en el que participaron, al lado de Porras, Jorge Guillermo Leguía, Luis Alberto Sánchez, Manuel G. Abastos, Jorge Basadre, Ricardo Vegas García, Guillermo Luna Cartland y Carlos Moreyra Paz Soldán.

Los primeros trabajos de Raúl Porras se orientan dentro del campo de la historia literaria peruana sobre el espíritu de Lima a través de la sátira y la poesía festiva. Pertenecen a esta etapa sus ensayos acerca de los satíricos limeños José Joaquín Larriva, Felipe Pardo y Aliaga, Manuel Atanasio Fuentes y Ricardo Palma, y su monografía "El periodismo en el Perú" que continúa siendo la historia de conjunto más completa sobre ese tema y fiel expresión de su temprano espíritu de investigador y de su familiaridad con las fuentes hemerográficas nacionales que él había escrutado minuciosamente en los amplios salones de nuestra vieja Biblioteca Nacional antes de su trágico incendio.

En el terreno de nuestra historia se interesó por las figuras civiles de la emancipación y de la república que representan el espíritu liberal y doctrinario del siglo XIX, que según lo ha señalado no fue como en otras partes sinónimo de jacobinismo político, sino que tuvo, antes bien, un sello cristiano emanado del evangelio, sentido de la dignidad de la persona, amor a la libertad, respeto caballeresco del adversario por sobre cualquier discrepancia personal o de ideas. "Mi convicción liberal -recordó en un memorable discurso- es de pura cepa intelectual y ética no atada a prejuicios económicos o de casta, ya que mis raíces familiares se hunden democráticamente en diversas provincias del Perú -en Cajamarca, en Piura, en Jauja- y es bien notoria mi falta de éxito en el campo económico". Pertenecen a este ciclo sus trabajos sobre "Mariano José de Arce", una de las más puras glorias civiles de la revolución en el Perú; "Sánchez Carrión", apóstol y fundador de la república; "José Toribio Pacheco", jurisconsulto, maestro y político; el cuzqueño "José Valdez y Palacios", cuya obra, desconocida en el Perú, él descubriera en la Biblioteca Nacional de Río de Janeiro; "Miguel Grau", símbolo del Perú y héroe peruano por excelencia; "Luciano Benjamín Cisneros", abogado representativo del siglo XIX; "José Antonio Barrenechea", joven Rector de San Carlos y gran internacionalista y diplomático; "Juana Alarco de Dammert", fundadora de la asistencia social en el Perú.

El defensor de nuestros derechos territoriales

Paralelamente con el cultivo de la historia patria se inició en la carrera diplomática y en la enseñanza, a las que consagró toda su existencia. En 1919 ingresó en el Ministerio de Relaciones Exteriores y desde entonces, y en todos los escalones de la carrera, hasta su muerte, puede hablarse de una labor diplomática continua, si exceptuamos algunos lapsos en que su patriótica y valiente independencia de criterio, su reconocida entereza para decir no, lo alejó voluntaria o arbitrariamente del servicio. No hay problema internacional desde esa fecha a cuya solución no ofreciera las luces de su inteligencia lúcida y rotunda que marcó siempre rumbos definidos en nuestra cancillería.

El Maestro

Pero la vocación medular de su vida fue, sin duda, la enseñanza. En la cátedra universitaria, en el aula escolar, en los seminarios y conversatorios, en sus memorables conferencias, entregó generosamente a varias generaciones su saber histórico, poniendo su ciencia y su erudición de las cosas peruanas al alcance del alumno sin la más leve huella de pedantesca superioridad. "La vida universitaria, la tarea común entre profesores y alumnos -dijo en alguna oportunidad- no cabe realizarla bajo ninguna coyunda dogmática o terrorífica del profesor ni bajo ninguna imposición sectaria de arriba o de abajo. Su único signo debe ser el de la simpatía, el de cordialidad, y el de la mutua comprensión dentro de un espíritu de trabajo y de amor, libre y desinteresado, por la cultura". Dentro de esta tónica pedagógica vivida cotidianamente se desarrolló durante más de treinta años la fértil labor docente de Raúl Porras, a quien todas las promociones y auditorios que escucharon su sabia palabra reconocen como al más noble arquetipo de profesor, que ha unido la enseñanza al ejemplo de una vida austera, consagrada al estudio y afirmación de las esencias patrias. Su acogedora casa-biblioteca de la calle Colina 398 en Miraflores, cuyos pasadizos, patios y habitaciones estaban invadidos por sus libros, ha sido el hogar espiritual de varias generaciones a las que ofreció su consejo y orientación permanentes. En hermosa y ejemplar decisión legó testamentariamente su única riqueza: su formidable biblioteca de más de 25,000 volúmenes -vivo testimonio de su vocación y de sus viajes- a la Biblioteca Nacional que los conserva reunidos en la Sala de Investigaciones que lleva su nombre.

El historiador, el crítico literario, el escritor

La producción de Porras está ligada estrechamente a sus tareas docentes y de investigación. Como profesor universitario se inició el año 1928 en la Facultad de Letras de San Marcos, dictando el curso de Literatura Castellana, en el que tuvo como alumnos a Martín Adán, Estuardo Núñez, Emilio Adolfo Westphalen, Raúl Ferrero Rebagliati, Mario Alzamora Valdez, Ernesto Alayza Grundy y José Alvarado Sánchez, entre otros. Asume luego la cátedra de Historia del Perú (Conquista y Colonia) y la de Fuentes Históricas, campo vastísimo en el cual orienta sus investigaciones, plasmadas en cuantiosos trabajos originales que sería imposible analizar en este breve prólogo y que figuran, en parte, en la sumaria biobibliografía que hemos preparado: ensayos y estudios críticos, ediciones de fuentes, de crónicas, de lexicones o vocabularios y gramáticas de la "lengua general del Perú", ediciones documentales sabiamente prologadas y anotadas, que abarcan el legado quechua, profundamente rastreado en su lengua y en sus expresiones míticas y literarias; la huella hispánica, a través de los cronistas a los que dedica uno de sus libros fundamentales; el siglo XIX, etapa preferida por él, a la que califica como "época de patriotismo, liberalismo y civilidad"; páginas de crítica y de historia literarias que abarcan un vasto periplo que va desde la poesía prehispánica y el Inca Garcilaso hasta César Vallejo, cuya primera edición de "Poemas Humanos" y "España, aparta de mí este cáliz" publicó en París en 1939.

"A diferencia de los eruditos que se instalan en un período o en un área de un período -ha dicho Jorge Basadre- la vocación peruanista de Porras irradió sobre todas las épocas de la historia nacional. Ello no fue fruto de vacilaciones frívolas ni de versatilidad de 'dilettante', sino expresión de fecundidad, de vigor y de constancia para trabajar, de aptitud para producir y de indeclinable y predestinado ligamen a la difícil y lenta tarea que le atrajo y le subyugó. Inclusive sobre la época incaica, sus trabajos sobre la literatura, los mitos, las leyendas y el idioma quechua, son fundamentales. En cuanto al período de la dominación española renovó las perspectivas acerca de sus orígenes y acumuló sobre ellos abundantísimos materiales y estudios insospechados. He mencionado algunas de las admirables contribuciones que dedicó a la etapa emancipadora y a la republicana. A diferencia de los que publicaron, siendo jóvenes, libros muy aplaudidos y luego no los superaron, la obra de Porras se consolida, se expande y crece en reciedumbre a lo largo de los años...".

La presente antología aspira ofrecer una imagen de conjunto de la obra de Porras en las diversas áreas de nuestra historia y de nuestras letras y dar a conocer la personalidad, el pensamiento y las enseñanzas de nuestro gran historiador a las nuevas generaciones. Al lado de sus libros capitales -"Cronistas del Perú", "Fuentes Históricas Peruanas", "El periodismo en el Perú", "Historia de los límites del Perú", "Pizarro", "El sentido tradicional de la literatura peruana", "Mito tradición e historia del Perú", "Pequeña antología de Lima. El río el puente y la alameda", "El paisaje peruano, de Garcilaso a Riva Agüero", "Antología del Cuzco"- existe una ingente producción, no menos importante, dispersa en diarios y revistas del Perú y del extranjero que el autor ofrecía generosamente como extensión natural de su docencia magna. El Instituto Porras, centro de Altos Estudios y de Investigaciones Peruanas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, que ya ha reeditado los libros de la, mencionados y otros más, está ahora empeñado en la publicación de las "Obras Completas" del maestro, cuyos primeros volúmenes, respetando su última voluntad, reunirán bajo el título de serie de "Indagaciones Peruanas" los "disjecta membra" de su producción diseminada en publicaciones periódicas. "Indagaciones Peruanas" es el título elegido por Porras sencillo, modesto, como el de los "Comentarios" del Inca, que encierra, sin embargo la idea esencial de la historia: "inquirir o averiguar una cosa discurriendo acerca de ella". Y según el viejo "Diccionario de Autoridades" (1726-1739) indagar es "averiguar, inquirir y hacer diligencia para descubrir el hecho u la verdad de alguna cosa".

Agrupando por épocas sus ensayos, artículos y opúsculos -como él lo hiciera en un tomo selectivo "Tradiciones" de Palma, y lo propusiera respecto de la producción de Riva Agüero- se pueden reconstruir todas las etapas de nuestra historia y descubrir el sentido profundo de su obra total como una prolongada meditación acerca del Perú.

Los volúmenes de "Indagaciones Peruanas" que darán inicio a la recopilación de sus "Obras Completas", comprenderán los títulos "El legado Quechua", "La Huella hispánica", "Patriotismo, liberalismo y civilidad", "Páginas de Crítica y de Historia Literaria", "Páginas Internacionales y Diplomáticas", "La ciudad, el paisaje, los viajeros", "Crónicas, epistolario, conferencias, discursos e intervenciones parlamentarias".

Se ha dicho que una edición de "Obras Completas" requiere estar precedida o acompañada por una antología o florilegio que ofrezca en forma selectiva, un panorama de la obra total del escritor para incitar a la lectura de la misma e iniciar a los nuevos lectores.

A través de las páginas de esta Antología encontraremos las virtudes que distinguen la obra de Porras y su señera personalidad de maestro: rastreo infatigable de las fuentes prístinas, acierto crítico en el análisis de los textos y en la evaluación de los hechos, voluntad de estilo, don viril de la síntesis y valor moral para proclamar la verdad en un medio propenso a la amnesia colectiva. Luis Loayza en el libro "La marca del escritor" ha dicho con razón que el estilo es el arma del conocimiento y que "en Raúl Porras Barrenechea, como en todos los verdaderos escritores, la forma no se distingue del fondo. Escribir bien no fue para él recurrir a unas cuantas técnicas que hicieran más grata la lectura sino algo inseparable de su labor de historiador... Alerta y riguroso en la investigación, Porras construye una biografía sustentada en los documentos, y la imaginación viene a darle el soplo de vida". Flaubert había dicho por su parte, que la forma sale del fondo como el calor del fuego.

Vista en conjunto, la vasta obra de Porras nos ofrece una cabal imagen del Perú, de sus legados culturales, de sus mitos, tradición e historia, de sus paisajes y sus gentes, de sus fronteras, de las cuales fue un indesmayable defensor de sus figuras civiles representativas, de sus héroes, de sus escritores, de sus ciudades -Lima, Cuzco, Trujillo, Arequipa, Jauja, Piura-, de los peruanos y peruanistas, de sus fuentes bibliográficas y hemerográficas animado siempre por un afán de descubrir y rescatar textos y autores olvidados, estableciendo en sus ensayos el hilo colector de la peruanidad, en medio de la multiplicidad de nuestras raíces con un afán de conciliación y de síntesis.

Porque Porras fue siempre, hasta sus últimos años, un espíritu juvenil, irónico y sonriente, cercano a la juventud, quisiéramos que este libro circulara entre la gente joven, de todas las edades, que no ha accedido aún a su obra, para que la conozcan y continúen leyendo sus libros, lo cual seria el mejor homenaje que se le puede rendir al gran escritor y maestro peruano de este siglo.
El Reportero de la Historia, 10:14 p. m. | Enlace permanente |

21 mayo 2006

Raúl Porras por Ángel Avendaño

Ninguna gratitud qosqoruna podrá jamás pagar la deuda contraída ante el hamawt´a Raúl Porras Barrenechea. No sólo por su cátedra de garcilasismo, las ediciones y estudios de ingentes documentos históricos referentes al Qosqo, desde sus Cartas del Perú (1524-1543), Lima, 1959; hasta su magistral Antología del Cuzco, publicada en 1961. Sino, ante todo, por su fiebre de inmersiones en el Qosqo con las técnicas propedéuticas contemporáneas, con los métodos heurísticos y las hermenéuticas actuales, para desviscerar los entresijos de La Ciudad Puma, para interpretarlo, entenderlo a la luz de la ciencia, para explicarlo pletórico de contenidos y paradigmas en las peripecias de sus circunstancias históricas.

Porras Barrenechea transfiguró el sentido de los estudios históricos del Qosqo, con la fuerza de su caudaloso saber, con su versación histórica planetaria. Las 38 páginas del prólogo a su libro Antología Cuzco, son un modelo de crinografía y el más alto himno de amor y homenaje a la Ciudad Puma. Canto épico en prosa, difícilmente superable en la historia de la liteartura americana.

La obra de Raúl Porras Barrenechea con referencia al Qosqo es ese malki terrenal y rabdomántico que hace la eternidad de la piedra, su tramonto y su palingenesia en el hermético estar de la muerte. Maestro ejemplar, no igualado en el Qosqo, por ratos ni siquiera descubierto. ¡Como desconocer los libros referentes al Qosqo escritos por el maestro Raúl Porras Barrenechea!:

- Cartas del Perú (1524-1543) (1959)
- Relación de la descendencia de Garci Pérez de Vargas, 1596 por el Inca Garcilaso de la Vega. Reproducción facsimilar y prólogo de Raúl Porras Barrenechea (1951)
- El Inca Garcilaso de la Vega (1946)
- El Inca Garcilaso en Montilla (1955)
- El Paisaje peruano. De Garcilaso a Riva Agüero (1955)
- Antología del Cuzco (1961)

Sin contar sus obras mayores: Fuentes Históricas Peruanas, Los Cronistas del Perú, Pizarro. Sin lugar a dudas, sin ser qosqoruna, Raúl Porras Barrenechea es el maestro de los historiadores qosqorunas de todos los siglos, paradigma insuperable en su rigor científico y en el conocimiento y la meditación del pasado peruano.

De: Ángel Avendaño: Historia de la Literatura del Qosqo. Del tiempo mítico al siglo XIX. T. II, p. 688-689. Qosqo, Municipalidad del Qosqo, 1993.

El Reportero de la Historia, 9:13 p. m. | Enlace permanente |