Cátedra Raúl Porras Barrenechea

Blog-Homenaje a la memoria de Raúl Porras Barrenechea,
Historiador y Profesor de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos

30 julio 2007

"Las relaciones primitivas de la conquista del Perú" de Raúl Porras
Por Jorge Basadre

Alguien ha dicho por ahí que Raúl Porras Barrenechea estaba dedicado en los últimos tiempos a empresas inferiores a su talento. Se refería indudablemente al desdén de Porras para los éxitos fáciles con libros apresurados y a la abnegación con que se ha puesto a investigar en los archivos. La afirmación antedicha revela hasta que punto se ignora entre nosotros los rudimentos de la ciencia histórica y cuán equivocadamente se hace las valoraciones de los autores. El más mediano estudiante de historia de la historiografía sabe cuán formidable fue la transformación realizada por Ranke, no sólo dentro del campo propio donde él trabajó, sino en la metodología en general, cuando comenzó a recorrer los archivos europeos en busca de documentación inédita para basar en esos materiales su obra.

Los hechos históricos no son conocidos por sí, sino porque dejaron huellas, es decir documentos. La historia se hace gracias a los documentos. Hasta la fecha no todos los documentos históricos se han publicado y otros se han publicado con deficiencias. Ninguna labor será completa si no se han reunido primero todos los documentos, o cuando menos el mayor número de documentos posible (Eurística). Y los documentos deben ser examinados críticamente. Hay una crítica externa y una crítica interna. La crítica externa puede ser de limpieza y reparación de los originales, es decir de fijación del texto tal como debió salir de su autor o lo más aproximadamente posible; y puede ser luego “crítica de procedencia.” Es decir, averiguando de dónde proviene, quién es su autor, cuál es su fecha. Gracias a estas operaciones se hace posible una clasificación crítica de las fuentes, la cual resulta complementada por la crítica interna, es decir la que determina en cada caso las posibilidades de error y de mentira, o sea de sinceridad y de exactitud. Sólo después la labor de síntesis y de construcción es posible.

Constituyen estas cosas verdades demasiado sabidas, algo así como el A. B. C. del investigador: pero pueden resultar novedades para algunos que, sin mucho trabajo, buscan las exhibiciones llamativas y solemnes, olvidando que, en el correr del tiempo, la “Obra Mal Hecha” sucumbe irremisiblemente. No están de más a propósito de esta obra de Porras porque ella es un modelo de cómo se puede hacer crítica de restitución y limpieza, crítica de procedencia, crítica de sinceridad, crítica de exactitud y clasificación crítica de fuentes. Porras reúne en una versión fiel y debidamente estudiada y concordada una carta de Pedrarias en 1525 sobre el descubrimiento del Perú, el texto de la Relación Sámano-Xerez, la carta del Licenciado Espinosa de 1533, la relación francesa publicada en Lyon en 1534, la Conquista de la Nueva Castilla publicada en Sevilla en 1534 y conocida como el anónimo sevillano y algunos otros documentos más. Precede a los documentos mismos un estudio bibliográfico sobre las fuentes de la Conquista, un ensayo de clasificación de las mismas y un caracterización de los autores incluidos en el volumen, así como del ambiente en que escribieron. Se destaca en esta última parte, una semblanza de Andogoya hecha con mano maestra, un exhaustivo estudio de las primeras noticias manuscritas e impresas relativas al Perú, el trabajo de identificación del “anónimo sevillano” con Cristóbal de Mena y la exaltación del precioso valor de este documento como fuente primordial para el conocimiento de la Conquista, por tratarse del testimonio de un actor dentro de los más culminantes episodios de ella: avance hacia Cajamarca, captura del Inca, etc. Dignas de meditación son las constataciones de Porras sobre errores o vacíos de enfocamiento y de interpretación en Prescott, Garcilaso y otros autores. Aún cuando Porras no llegara a publicar su libro sobre la Conquista (felizmente, ya terminado) con sólo la publicación de estos “cuadernos” su contribución a la historia nacional es básica.


En: Boletín Bibliográfico de San Marcos”, N° 2, 1938, pág. 190.


El Reportero de la Historia, 1:22 p. m.