Cátedra Raúl Porras Barrenechea

Blog-Homenaje a la memoria de Raúl Porras Barrenechea,
Historiador y Profesor de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos

01 agosto 2007

Raúl Porras. Evocación del Historiador (*)

Por Gabriel García Higueras

Expreso, ante todo, mi profundo agradecimiento a los miembros del Consejo Directivo del Instituto Raúl Porras Barrenechea, en la persona del doctor Jorge Puccinelli, por solicitar mi participación en este acto de recordación y homenaje al muy ilustre hombre de letras en el XXXVIII aniversario del día en que dejara de existir.

Nos congrega hoy un sentimiento común de aprecio y gratitud hacia la figura de quien fuera distinguido representante de la denominada «generación del Centenario» y una de las personalidades más insignes que haya tenido el Perú en el siglo XX: Raúl Porras Barrenechea. En cada una de las múltiples facetas exhibidas en el periplo vital de Porras: la investigación histórica, la actividad diplomática, el oficio literario y la labor magisterial, se revela la dimensión humanística, la grandeza ética y su hondo sentimiento de amor patrio.

En este acto evocativo, quisiera traer la voz de una nueva generación de historiadores que tiene contraída con la obra de Porras una inapreciable deuda intelectual. El legado del Historiador, en efecto, fortaleció nuestra vocación e iluminó nuestras excursiones pioneras por los predios de la historia del Perú, constituyéndose, desde entonces, en fuente de sustento y de inspiración en nuestro quehacer académico. Para dejar testimonio de la considerable influencia que su obra histórica ejerciera en los años de formación profesional, el grupo de historiadores egresados del claustro sanmarquino en 1997 –del que soy integrante– acordó bautizar a la promoción bajo el nombre «Centenario del nacimiento de Raúl Porras Barrenechea». Permítaseme, ahora, compartir con ustedes algunos trazos del retrato de Porras como historiador.

PORRAS HISTORIADOR

Cuestión medular en el itinerario espiritual de Porras Barrenechea fue la constante preocupación por el esclarecimiento del pasado y su reflexión en torno al devenir histórico de la nación peruana. La investigación histórica representaba la actividad a la cual Porras consagró los mejores años de su vida, dejando como aporte una estimable y sólida contribución a la historiografía nacional. Su vocación por la historia –que fuera advertida desde temprano– se manifestó originalmente en las indagaciones que desarrolló acerca de la época emancipa-dora. De aquella etapa histórica –como también de la república– investigó en torno a la vida de eminentes representantes. Desde sus escritos primordiales de corte histórico, se destaca en Porras Barrenechea el regusto por el cultivo del ensayo biográfico.

Con el estudio de la personalidad, de las ideas y de la obra de individuos sobresalientes, Porras abrió caminos hacia el conocimiento y la comprensión de la sociedad que los cobijó y la época en que gestaron su acción patriótica.

Empero, fue la Conquista el acontecimiento que lograra concitar los mayores desvelos del notable historiador. Cuando Porras ocupó la cátedra de historia del Perú en la Universidad de San Marcos, a principios de los años treinta, se dio inicio a su extenso recorrido por las fuentes del descubrimiento y la conquista del Imperio de los incas. La gesta conquistadora cautivó su interés histórico, considerando a esta época «momento crucial en que se mezclan los dos barros genésicos de nuestra nacionalidad y surge de ellos el alma nueva del Perú».

En esos días inaugura sus investigaciones acerca de la vida de Francisco Pizarro, cuya figura hubo de exaltar en el trabajo titulado Pizarro, el fundador, que correspondió al discurso pronunciado por Porras con motivo de su incorporación a la Academia Peruana de la Lengua, allá en 1941. Su voluminoso libro de edición póstuma tocante al derrotero vital del caudillo extremeño reúne los materiales dispuestos por el historiógrafo y compendia largos años de paciente y meticulosa investigación practicada en bibliotecas y archivos del Perú y de Europa. Tal trabajo es preciado en la actualidad como la biografía más ricamente documentada y litera-riamente mejor lograda de cuantas han tenido por sujeto histórico al conquistador del Perú.

Porras, cultor de la biografía, manifestó en la década del cuarenta un vivo interés en el estudio de la vida y obra de Garcilaso de la Vega, a quien proclama «el primer peruano por su sentimiento de la tierra y del paisaje y por la fusión de las dos razas antagónicas de la conquista y de los legados tradicionales espirituales de ambas». Mientras cumplía responsabilidades diplomáticas en España, Porras investigó del Inca sus años de permanencia en la península, en particular los treinta que transcurrieron en la ciudad andaluza de Montilla, y halló numerosos documentos garcilasianos. El afán y dedicación en comprender la esencia de la obra del cronista trasunta su interpretación del Perú como nación mestiza y de «simbiosis espiritual».

El aporte capital de Porras a la historiografía peruana se dio, fundamentalmente, en el minucioso estudio crítico referente a las fuentes para la historia del Perú. Su vasta exploración heurística y bibliográfica quedó coronada en una enjundiosa realización titulada Fuentes Históricas peruanas, cuya primera edición data de 1954. El principal mérito de este tratado estriba en la caracterización de los testimonios de la vida histórica, enfocados cronológicamente, y en las observaciones que vierte alrededor de la producción historiográfica referente a las eras prehispánica, colonial y republicana. Se trata, pues, de un estudio exhaustivo que, desafortunadamente, a la fecha no ha tenido continuadores en el país.

Entre los trabajos más fecundos de la obra de Porras se encuentra el titulado Los Cronistas del Perú (1528 - 1650), aparecido como libro en 1962, y que naciera de un curso universitario en San Marcos, y en donde la erudición, la crítica histórica y la forma literaria adquieren relieves de singular calidad. La esencia de la historia peruana encontrábase –según Porras– en la crónica, a la que define como «género vernáculo que brota de la tierra y de la historia». Aporta el historiador una original clasificación de los cronistas –en quienes vio a los «verdaderos forjadores» de la cultura originaria del Perú– y espigando en las páginas de su biografía y en las circunstancias en que escribieron su obra, instauró un modelo hermenéutico del género cronístico.

El lato quehacer histórico de Raúl Porras abarcó la totalidad de etapas de la historia peruana, y halló expresión en varias formas historiográficas que van desde la biografía hasta la historia del paisaje.

Cabe recordar, asimismo, el aporte de Porras a la historia de nuestras fronteras. Haciendo uso del material documental que reposa en los archivos del Ministerio de Relaciones Exteriores, escribió un importante libro intitulado Historia de los límites del Perú, originariamente proyectado como texto escolar y cuya primera edición es de 1926. Se trata de un sucinto y, a la vez, completo trabajo acerca de la evolución de nuestras fronteras en la época republicana.

Otro aspecto de la acción de Porras en tanto historiador se refiere a la edición de valiosos documentos inéditos. En esta línea podemos citar: Cedulario del Perú correspondiente a los años 1529-1538 y su compilación de Cartas del Perú 1524 - 1543.

Es menester hoy reafirmar la raigambre peruanista de la obra del gran historiador peruano. En nuestro medio intelectual fue sólito caracterizar de hispanista el discurso histórico de Porras. Esta postura obedece, en nuestra consideración, a un conocimiento parcial, fragmentario, de sus escritos. Examinando en conjunto la obra escrita de Porras se aprecia de manera diáfana la vocación peruanista que la inspira. Huelga recordar que Porras interpretaba al Perú cual nación mestiza, síntesis de los legados culturales hispánico y quechua, y a su historia, un continuum signado por «un incesante afán de fusión y de síntesis». El destino histórico del Perú, no obstante la variedad de su territorio y su diversidad cultural, se halla presidido por «una ineludible vocación de unidad». La visión unitaria de nuestra historia, Porras la expone magistralmente en Mito, tradición e historia del Perú, texto de 1951.

El interés y la admiración de Porras hacia la cultura aborigen del Perú se perfila en las luminosas páginas que dedicara al legado quechua. En esta materia se encuentran sus estudios referentes a los cronistas del incario, los quechuistas, el quipu y la quilca, el mito y la épica entre los incas, el ensayo titulado «Oro y leyenda del Perú», su Antología del Cuzco y la edición de Gramática o arte de la lengua general de los indios de los reynos del Perú y Lexicón o Vocabulario de la lengua general del Perú, de Fray Domingo de Santo Tomás, amén de otras publicaciones.

Rasgo apreciable de la historiografía de Porras Barrenechea fue la fina textura y el armonioso estilo de su pluma. Por cierto, Porras no sólo fue un eminente historiador sino también un escritor de nota. Su prosa, de vuelo poético, evidencia un magnífico poder de evocación y, en el plano estilístico, se cuenta entre las más cuidadas que hayan encontrado espacio en el horizonte de nuestras letras, testimonio fehaciente, a un tiempo, de su sensibilidad artística y de su elegancia de espíritu.

Sobre la calidad literaria de Raúl Porras, hubo de escribir Víctor Andrés Belaunde:

«Se nace historiador como se nace poeta. Tal vez porque el verdadero historiador tiene del poeta la imaginación, el sentimiento y el mágico poder reconstructivo. En Porras esas cualidades esenciales se unían a su afán de exactitud y de certidumbre (...) Su arte supremo consistía en unir los detalles que en otro escritor habrían dado al ensayo un aspecto frío y erudito, con la evocación de los rasgos psicológicos o de las escenas representativas surgiendo así los perfiles de una persona real y viviente que expresaba, a través del biógrafo, su mensaje y su obra».

Los resultados de las profusas investigaciones históricas desplegadas por Porras eran transmitidos en sus clases. En el desempeño de la función magisterial demostró poseer un talento único. Pocas veces se ha recordado en el Perú a un maestro con la admiración y el cariño profesados a la memoria de Porras Barrenechea. Su elocuencia incomparable, su extraordinaria capacidad en la docencia y la calidez que lograba irradiar en sus clases, encandilaba a jóvenes auditorios, quienes, con delectación y entusiasmo, escuchaban la historia del Perú a través de la palabra del maestro. Las clases que impartía en las universidades de San Marcos y La Católica no sólo eran concurridas por los estudiantes matriculados en la asignatura, también afluían a ellas antiguos alumnos y amigos. A este propósito se conservan vívidos testimonios acerca de las espléndidas exposiciones de Porras tanto en el salón de segunda enseñanza cuanto en la cátedra universitaria. Varias de las personalidades que hoy nos acompañan podrían ofrecer testimonios de valía acerca de la experiencia fascinante y formativa que les tocó vivir durante aquellas memorables lecciones, que fueran semillero de numerosas vocaciones por las humanidades en el país.

Un alumno de Porras, el poeta Washington Delgado, escribió en el presente año un artículo periodístico en el que evoca al maestro. En éste postula que en la hora actual, en que vienen siendo tratados los problemas de la educación peruana y se debate en torno de su reforma, debería convocarse a los discípulos de Porras, puesto que el recuerdo de sus clases daría mayor aporte que el de muchos tratados pedagógicos vigentes.

Aspecto relevante en la obra de un maestro es la formación de discípulos. Los alumnos y discípulos de Porras aparecen entre lo más representativo de la intelectualidad peruana integrante de la «generación del cincuenta», de prolífica creación cultural.

Sobre la misión de la enseñanza de la historia, Porras suscribió las siguientes líneas:

«La historia –factor de enseñanza cívica, de espíritu humanitario, de dignidad nacional y de desarrollo del amor a la verdad– no puede ser usada para fines extraños a su propia misión, ni utilizarse como un instrumento de propaganda. Todo sectarismo debe ser ajeno por completo a la función de enseñar. El alumno debe ser puesto por el profesor en condición de pesar el pro y el contra de los hechos, de discernir por sí mismo lo verdadero y lo falso y de formar libremente sus convicciones».

La historia era para Porras el cuerpo de conocimientos sobre el que se erige la identidad de una nación, conceptuándola como «una de las formas más nobles de la simpatía humana» y –siguiendo la teoría de Croce– «una hazaña de la libertad».

Los treinta y ocho años transcurridos desde el fallecimiento de Raúl Porras Barrenechea nos devuelven la plena vigencia y la actualidad de su pensamiento histórico. La época de transición en que estamos inmersos nos impele a comprender la significación y la hondura de su mensaje peruanista, a efectos de adentrarnos en el conocimiento de nuestras esencias como nación y encauzar el tiempo porvenir. Es aquí donde la reedición de las aportaciones científicas y ensayísticas de Porras a la cultura del país prestará contribución de primer orden. Avance inicial de tal empresa es la edición del tomo primero de sus Obras completas, cuya aparición se habrá de cristalizar en el futuro inmediato.


(*) Discurso pronunciado en el acto público en homenaje a Raúl Porras Barrenechea en el trigésimo octavo aniversario de su muerte. La ceremonia se realizó en el parque que lleva su nombre, ubicado en el distrito de Miraflores. Lima, 28 de septiembre de 1998. Publicado en: Alma Mater Nº 16, 1999. Lima, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, pp. 137-141.

El Reportero de la Historia, 2:52 p. m.