Cátedra Raúl Porras Barrenechea

Blog-Homenaje a la memoria de Raúl Porras Barrenechea,
Historiador y Profesor de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos

20 julio 2006

Antología de Raúl Porras (VI)

Víctor Andrés Belaúnde *

El homenaje que hoy realizamos en esta casa auspiciadora, tiene como la personalidad misma de Víctor Andrés Belaunde un múltiple sentido humano y cordial. Si yo traigo a él oficialmente la voz de la Academia Peruana de la Lengua, que es como la representación misma de la tradición hispánica y peruanidad que Belaunde ha defendido gallardamente en libros y discursos con riesgos y fervor de apostolado, siendo también que acuden a mi memoria mis entusiasmos más ardientes de estudiante de San Marcos que tuvo en Belaunde un agitador intelectual lleno de inquietud y de nervio, un renovador de ideas y de rumbos, un descubridor de horizontes intelectuales en el desierto de las cátedras viejas y un apasionado profesor de peruanidad y de idealismo. Y no es sólo el resplandor alucinado de los recuerdos juveniles, sino emociones distantes recogidas en el azar y en la coincidencia de nuestras vidas; en el Montevideo de sus triunfos juveniles, donde le vi aclamar nuevamente como en un ágora antigua y familiar; en la hora grávida y profunda del destierro en el México revolucionario de 1921, donde evocó la figura de Nervo entre contornos de silencio; en Río de Janeiro, en la finísima Academia Brasileña de Letras que le incorporara en un día lleno de verbal asombro, en compañía de Guillermo Valencia, para honrar en ambos un mismo ideal de hombre de América, lleno de sentido universal y de cultura clásica pero arraigado en la tierra, con una pasión de eternidad. Un eco de esos viejos aplausos y de otros auditorios, diversos y heterogéneos, llega de distintas partes de América: de las Universidades norteamericanas, donde explicó el proceso de nuestra emancipación, la vieja raigambre democrática de los Cabildos o el dramático conflicto del pensamiento político de Bolívar; de La Paz, donde reforzó con el ideal santacrucino su fe en un Perú integral, o de Bogotá, donde en el ambiente de la democracia colombiana pudo hablar, sin censuras gazmoñas, de los temas de filosofía y de fe que dieron vida a su libro sobre Cristo. De todos esos ámbitos diversos removidos por su palabra llegan aquí las ondas cordiales de admiración, que no son ya un homenaje individual sino un homenaje a la cultura del Perú, que se pone a tono con la cultura del mundo, cuando un profesor suyo puede disertar, fuera de nuestro medio y libre de los grilletes del especialismo, con originalidad y brillantez, sobre la cultura humanística, sobre los problemas del Estado moderno o la filosofía de Spinoza o Pascal. Símbolo de esa presencia espiritual es la concurrencia a este homenaje de los representantes de la Santa Sede, de España, de Venezuela y del Brasil, y con ellos parece que se hubieran dado cita para honrar a uno de sus mejores voceros: la Iglesia, la tradición hispánica que es el mejor sustento de nuestra nacionalidad, el viejo y el nuevo sentido de la democracia en América, que representan la patria de Bolívar y la gran sede continental de Río de Janeiro.


La personalidad de Belaunde, admirada y respetada fuera del Perú por los más altos representantes de la inteligencia, acaso sí necesita ser explicada dentro del Perú. Analizando los defectos nacionales, habéis dicho doctor Belaunde, que eran la falta de intuición y la falta de sentimiento. Podríais haber dicho también que en algunos casos en el Perú sufrimos de amnesia colectiva. Nos olvidamos de las grandes culpas, pero lo que es más grave nos olvidamos de los servicios, de los esfuerzos lentos y tenaces de la inteligencia para iluminar las rutas del Perú, de los gestos cívicos de abnegación y de patriotismo. Y esto es olvidarse de lo que más importa, que son las fuerzas constructivas de la nacionalidad. Para quienes, voluntaria o involuntariamente, ignoren o pregunten la razón de este homenaje, podemos decir orgullosamente los que lo hemos organizado, que él se rinde a una de las más preclaras inteligencias en el Perú actual, a un orientador espiritual de nuestras juventudes, jurista, historiador y sociólogo, profesor de disciplinas humanas y morales formativas del espíritu, creador y difundidor de cultura y, por lo que a nosotros atañe, más íntima y esencialmente, a un gran maestro de peruanidad y al más celoso, capaz y afirmativo defensor de nuestros derechos territoriales.

* Discurso en el homenaje a Víctor Andrés Belaúnde, 1944.
El Reportero de la Historia, 8:00 p. m.